miércoles, 28 de marzo de 2018

San Miguel Tenextatiloyan y la Historia, PARTE 2


De pronto, un día, se hizo la luz, por decirlo de alguna manera. Aunque la luz eléctrica tardaría todavía muchos años en llegar, al finalizar la década de los años treinta la primera luz de San Miguel Tenextatiloyan llegó en forma de carretera. Una flamante y moderna carretera que unía la ciudad de Puebla con la cuna de una familia serrana que el destino quiso situar en las máximas alturas del poder: Teziutlán, tierra de los Ávila Camacho, que intempestivamente asumieron la presidencia de la república y el poder absoluto del Estado de Puebla. Manuel, Maximino y Rafael tuvieron, sin quererlo, un lugar estelar en los destinos del pueblo de San Miguel Tenextatiloyan.


Los testimonios

No trabajé en la carretera, pero fui aguador allí. Pioquinto Ramírez estaba chico, pero yo iba a cobrar porque trabajaba con su papá, él no podía cobrar porque estaba chico, llevaba las cuadrillas de agua en un burrito, pero iba yo a cobrar porque don Nemesio me mandaba. Venían pagando con monedas de a peso y de a cincuenta, pura moneda, nada de papel. Pesaban al final. Con los que hicieron la carretera vinieron pagando con monedas de cero siete veinte, de plata, legítima plata. (Brígido Allende de 97 años)

Yo tengo razón desde la carretera, que fue en 1938, cuando anduvieron destacando por acá porque iba a hacerse el camino gracias a los Camacho, porque estos señores eran de los masones. Los de Zaragoza fueron a entrevistar a Maximino, su hermano estuvo luego de presidente, para que se hiciera. Así que en 1943 ya hubo carretera. Antes de la carretera veíamos a las autoridades de presidentes auxiliares, pero nomás de un año, ya desde 1950 fue de tres años. (Ex presidente Auxiliar Juvencio Ramírez)

Al trazar la carretera por este lugar no solo pusieron a San Miguel en un lugar destacado del mapa estatal, sino le dieron un impulso sin precedentes a un oficio que ya entonces coqueteaba con crecer pero sin saber muy bien hacia dónde. La noble loza que los alfareros sacaban del pueblo en rudimentario mecapal, pudieron desde entonces comenzar a comercializarla usando transportes alquilados.


Ni idea de cuándo empezó

No tengo idea de cómo empezó la alfarería aquí, no hemos investigado eso. Aquí se llama Tenextatiloyan, aquí quemaban cal, pero cómo se cambió  a las ollas, no lo sé.
Mi abuelo murió de unos sesenta, póngale, lo que pasa es que le gustaba el aguardiente… Murió hace unos 35 años, en esos tiempos. Y ya hacían cazuelas…
La carretera es del 38, mi papá es del 40, mi mamá es del 42, y ya había cazuelas, y antes de la carretera dicen que los que iban p`acá, pa`Poza Rica, atravesaban por Cuetzalan en puros burros. Cuando empezó la carretera, los camiones que pasaban con cal, con materiales, “oye, pues llévame…” En uno de esos murió mi abuelo, se embarcó con sus cazuelas, y el calero por acá por Tlapacoyan se volcó, y ahí murió mi abuelo. Así toda la gente que se iba a vender sus cazuelas, eran puros camiones de carga, no había de pasajeros, pura carga, y se iban lejos, hasta Villa Hermosa.
Yo conocí un viejito ahí en Martínez de la Torre como de 70 años. Era de por acá por Uxpantla, dice que su papá ya lo traía cargando comales, dice: yo tenía siete años cuando mi papá ya me llevaba cargando comales hasta Martínez (de la Torre), caminando. Él me daba hospedaje, decía, vente, no te voy a cobrar nada, aquí guarda tu producción, tráete tus cazuelas y de aquí sales a vender. Yo también, a mí me tocó, tú caminas de aquí a los ranchos, yo caminé desde tu tierra con mi papá cargando los huacales. Y es que ellos iban y en una de esas se quedaron por allá, pues empezaron a repartir tierras y allá agarraron. (Alfarero Juan Ramírez)

Auge y comunicación

Bueno, yo puedo hablar de 1923 para acá, que es lo que me comentaba mi mamá, mi papá, que ellos desde ese entonces ya empezaban a trabajar la alfarería. Lo que predominaba era la agricultura, no era muy extendida la práctica de la alfarería, pero sí había. Incluso había comunidades que iniciaron mucho antes que aquí, que se ubican al lado de Zautla, pero que al paso de los años, pues sí se fue desarrollando más aquí, por la accesibilidad, la carretera, los medios de comunicación. Aquí las familias venían porque a una media hora, hacia Huixzilapa estaba la estación del tren, del ferrocarril, entonces ahí es donde se movían mucho las mercancías, productos del campo y, si mal no recuerdo, mi papá me comentó que en 1940, 1945, fue en ese tiempo que se construyó la carretera, donde incluso él trabajó. Entonces eso le vino a dar un auge a la alfarería de aquí, un auge de ventas, auge de producción. (Instructor Cesder Moisés Ramírez Zambrano)

El plomo, el barro, el oficio

Originalmente, el plomo no lo vendían como lo conocemos ahora, sino que lo vendían en terrones, y tenían que molerlo con metate. Y entonces, por ejemplo, el barro también lo molían con “manzo”, con un palo, azotándolo. De eso me contaba una anécdota mi mamá, me decía: “nosotros azotándolo con un palo para que se muela el barro, pues todavía no venía esa forma de moler el barro con los animales, por eso los burros se estaban riendo de nosotros, porque duro con el palo y ellos nos estaban viendo”. Con el tiempo a alguien se le ocurrió amarrar al burro y moler el barro como trapiche, uno tenía que estar dando vueltas con los burros, girando casi todo el día. Eso tardó mucho tiempo. De hecho, los molinos de barro ¿que tiempo tendrán…? unos quince años. Los molinos de barro, ahora también hay batidoras. Antes se hacía todo a pulmón, preparar el barro húmedo a mano. Entonces no tiene mucho tiempo que se implementaron esas cosas, que de alguna manera vino a representar una gran ayuda para el trabajo.
Mi abuelo, el papá de mi mamá, por ejemplo, ya trabajaba mucho la teja; ahorita actualmente la zona tejera está en una comunidad que se llama La Libertad, del municipio de Zacapoaxtla, eso y ladrillos de construcción. Aquí hace mucho que ya no se hace. Se viene entonces una serie de problemas de la agricultura, que la sequía, el bajo costo del producto, entonces se ve un repunte en la alfarería, porque para aprender la alfarería, de la forma en que se viene trabajando, no requiere de mucho tiempo. Es como en la escuela, aunque no me digan cómo se maneja la computadora, el simple hecho de estar viendo aprende uno, de manera incipiente, pero aprende uno algo, y en el momento en que tengo oportunidad pues voy a hacerlo yo mismo. Así es la alfarería, los muchachos no se instruían, se ocupaban en la alfarería directamente: “llévate las cazuelas para allá, limpia acá, arrímame la leña”, todo eso, pues así aprendí yo y mucha gente. (Instructor Cesder Moisés Ramírez Zambrano)

Los loceros

De de 1950 para acá ya empezaron a haber muchos dedicados a la loza, hasta que se extendió. De aquí se iban a Huixilapa, donde pasaba el ferrocarril. Ya empezó a evolucionar, empezaron a haber viajeros porque la loza la compraban los de Zautla, un señor que se llamaba Francisco Posada y así, eran poquitos, ya en el 52 empezó a haber más y ahorita ya es la mayoría la que se dedica a la loza, que ahora llega a Tijuana, Tabasco, Veracruz.
Ya en estos periodos fue cuando empezaron a haber comités, ya hubo apoyos del gobierno, trabajaban rústicamente, nomás tenían su hornito y el barro lo molían con mulitas o azotando el barro, la greta la molían en el metate. Y así fue cuando ya empezaron a apoyarlos con molinos para el barro, las tarrajas y quemadores. Económicamente la loza ha sido muy benéfica para el pueblo, con la carretera sirvió mucho. Compran en el camino, se lleva rápidamente. (Ex presidente Auxiliar Juvencio Ramírez)

Sólo cazuelas

Hace treinta años se hacían puras cazuelas y ollas, puro utensilio de cocina, de ahí no pasábamos. Ahora a estas alturas, ya hacemos piezas de ornato, como los hongos, jarrones de tres, de pared, de barro, lagartijas, ardillas, todo eso ya es de ahora hace poco, pero hace treinta años, prácticamente cazuelas y ollas. (Alfarero Juan Ramírez)

Por Belice

Nosotros anduvimos por Belice, con mi hermano anduvimos por allá en 1968, anduvimos por ahí trabajando, estábamos muy jóvenes. En ese tiempo cargábamos en un camión alquilado. No como antes, que era en burritos, cuando íbamos a Zaragoza. En aquel tiempo se llevaban dos docenas en burritos. Pero todo va cambiando. Nosotros viajamos a Yucatán, hasta don Juvencio fue al primer viaje a Yucatán, a Mérida, como en 1959.
Nosotros viajamos mucho, y nunca hemos cambiado del oficio de la alfarería. Antes vendíamos aquí cerquita, ya después fueron don Juvencio y mi papá los que empezaron a viajar más lejos, dos o tres veces a Mérida. Yo fui hasta el último, ellos ya habían conocido cómo andar. Entonces después de que don Juvencio ya no viajó lo hice yo, fue cuando terminamos por Belice, llegamos a Chetumal y terminamos del otro lado. Fue en 1968, pasamos fácil a Belice, fuimos a migración y pagamos un permiso provisional, pagamos los impuestos y fuimos bien recibidos allá, la gente era amable, llegamos a pueblos y pueblos, hasta Belice; regresábamos vacíos, traíamos dinero. Antes teníamos que empacar la loza, teníamos que amarrar bultos. (Alfarero Bernardo Arriaga Degollado)

El Archivo Histórico

La carretera marca un antes y un después en la vida de San Miguel. De pronto resultaba un lugar importante, estratégico, privilegiado aún a costa de la cabecera municipal. En 1949 fueron disgregados de la parroquia de Zautla el pueblo de San Miguel Tenextatiloyan, Chilapa y La Rosa, la colonia de San Rafael y la hacienda de Mazapa, según el decreto del arzobispo Don José Ignacio Márquez, quedando finalmente constituida en dos pueblos, una hacienda, 16 rancherías y dos colonias.16 Hay para este momento diferentes versiones sobre el tamaño y la importancia de San Miguel. Una de ellas, sin embargo, es irrefutable, pues se trata de censos de población hechos por la propia autoridad local de 1943 a 1961, en donde se consigna el nombre, la edad y el oficio de cada habitante de la Primera Sección de San Miguel Tenextatiloyan, firmadas por el señor Tomás Posadas y muy esclarecedoras sobre las dimensiones de la población. En resumen, indican:17

Año
Habitantes
Familias
1943
610
124
1944
633
124
1945
659
----
1946
677
110
1948
688
116
1951
745
134
1956
603
112
1961
580
129

En el Archivo histórico de la Junta Auxiliar de de San Miguel Tenextatioloyan, por desgracia en condiciones poco adecuadas a su importancia, hay una cantidad de historias sociales y particulares que la autoridad se veía precisada a recibir por parte de la gente. Algunos casos notables, como el de la señora Micaila, hija natural de Jacinto Flores que el 14 de febrero de 1944 “murió de ansiedad” a los 120 años de edad; es decir, doña Micaila había nacido en 1824 y le dio tiempo de ser contemporánea de la firma de la Independencia de México, la Reforma juarista, la invasión francesa, todo el Porfiriato, la Revolución y todavía pudo atestiguar el Cardenismo y la Segunda Guerra Mundial. Toda una vida y más allá.18 En el censo de 1944 se consigna la vecindad en San Miguel de un señor de 39 años, Juan Álvarez, de ocupación santero.19 Los expedientes, que en realidad son pilas de documentos amarradas con mecate, no tienen un orden cronológico ni temático. Está, por ejemplo, la referencia a “un pequeño mercadito” construido en 1928 que el ciclón de 1944 destruyó por completo. En ese predio, muchos años después, el 9 de septiembre de 1960, se informa que se construyeron oficinas públicas.20

Es en estos años cuando un grupo de hombres progresistas deciden cambiar la fisonomía y las propias aspiraciones de San Miguel. La población crecía y las precariedades urbanas comenzaron a dar de sí. Era urgente cierto ordenamiento que le diera un nuevo rostro a un pueblote que por el momento carecía de la más elemental urbanidad: las casas disgregadas entre los barrancos, drenajes abiertos por aquí y por allá, bares, delincuencia, inseguridad.


Gente violenta

Si había mucha gente todavía muy violenta. Yo de chiquillo oía que decían que por ahí había gente que se disfrazaba, de mujer inclusive, y se iba por la salida, por las colonias y por ahí agarraban a las mujeres, las violaban. Se comentaba eso. Yo era chiquillo. Entonces había barrancos que tenían que atravesar por un tronco de madera. (Presidente Auxiliar de San Miguel Tenextatiloyan, Bulmaro Iglecias Contreras)

En la presidencia auxiliar de don Federico Bonilla en 1959 se crea el Comité pro-electrificación que anduvo recaudando dinero para llevarlo “a un banco de la ciudad de Puebla”.21 En otro documento del 11 de noviembre de 1960, se pide al ciudadano Filiberto Contreras que haga el favor de acarrear los postes de la luz.22 Y ya entrados en gastos, se solicita a la Dirección de Correos el 11 de octubre de 1960 instalar en San Miguel una agencia postal, toda vez que la importancia del pueblo ha crecido mucho, al grado de contar con “3 500 habitantes, 650 familias y tres escuelas rurales”, se argumentaba en el escrito.23 Acá entre nos el pueblo no había crecido tanto, en una de las listas vecinales de ese año se consignan con nombre, edad y oficio unos setecientos habitantes en la Primera Sección de San Miguel, pero era necesario impresionar a las autoridades porque la necesidad de un correo era verdadera. La flamante carretera traía gente nueva, visitantes de ocasión, compradores de loza. Para las fiestas patronales de ese año se autoriza a la compañía “Atracciones Castañeda” instalar juegos de feria del 27 de agosto al 22 de septiembre de 1960. Y en otras urgentes comunicaciones, se pide a la Secretaría de Salubridad y Asistencia que inspeccione las instalaciones del “nuevo panteón” para ponerlo a funcionar.24

Por lo pronto, la comisión organizadora de la XVII Gran Feria de Teziutlán de 1960 hace una atenta invitación a los alfareros de San Miguel a exhibir sus “artefactos de barro, de los que son artistas sus fabricantes” en los modernos stand de la feria.

A pesar de tanto entusiasmo, las cosas no eran sencillas para las autoridades y los vecinos de San Miguel. Una prioridad era la apertura de calles, pues la fisonomía del pueblo estaba marcada por pequeñas veredas, cañadas y barrancos, entre las que estaban casas por aquí y por allá. Vino un presidente auxiliar dispuesto a cambiar las cosas: no pudo, tuvo que huir de la población; luego otro y otro más. No es que se requiriera la fuerza bruta para hacer las modificaciones, sino la ley en la mano, las ordenanzas municipales que la ley otorga, la asesoría, el apoyo institucional. Y bueno, sí, unos pantalones muy bien fajados como los que tuvieron don Juvencio Ramírez y su comandante Lorenzo Iglecias Córdoba cuando asumieron la presidencia auxiliar de San Miguel en 1960.

Ordenamiento de San Miguel

Fui nombrado presidente auxiliar de 1960 a 1963. En ese tiempo, una maestra que todavía vive empezó a hablar de que era necesario solicitar la primaria y así fue como empezó. Ya después también las calles, pues aquí no había calles, sólo había dos, una que atravesaba hacia Zautla y otra cruzada. Ya con su servidor fue cuando se hicieron las calles.
Antes de eso San Miguel era un pueblo disperso, sin ley, porque había escándalos, la autoridad no podía actuar, por lo mismo de que no había bando de policía; las mujeres tenían mucho riesgo de ir a Zautla, las agarraban y las violaban. Había una policía nomás de nombre, ya cuando yo entré fue cuando se fue ordenando. Las casas estaban como cuando hay una granizada y donde cayeron los granizos ahí estaban las casas.
Antes de mí el señor Zacarías promovió el asunto con los habitantes para hacer las calles, pero la gente no lo dejó. Lo hicieron correr. Pasaron entonces don Nemesio, don Felipe Pérez y no pudieron abrir las calles, se amparaban y detenían el proceso. Todo aquí es propiedad privada. Don Nemesio ya tenía inicios de la luz, pero nunca se pudo lograr hasta que su servidor pudo hacerlo. Conmigo llegó la secundaria, la luz, las calles y la oficina de telégrafos, porque ya después de que salí de presidente vi que era necesario una oficina de telégrafos. Empecé a gestionarla en 1977 y en 1981 nos dieron los telégrafos. Zaragoza también tenía oficinas y fue muy bueno para los viajeros. Yo viajé de 1952 a 1959 y usábamos el giro telegráfico a Zaragoza. Nos beneficiaba porque así no andábamos cargados con dinero. Traíamos nuestra maleta de costales, ahí metíamos nuestro dinerito. Ya, íbamos a Zaragoza a cobrar y todo eso. Entonces hice mis trámites, fui a México a solicitar lo del telégrafo y en 1981 se inauguró la oficina. Convencí a Pedro García de que lo billetes se venían por el hilo. “¿Cómo?”, pues sí. Así era la ignorancia, le dije que se venían por el hilo y se lo creyó. (Ex presidente Auxiliar Juvencio Ramírez)

Abrir las calles a chaleco

Cómo podría hacerle para convencer a la gente de abrir las calles, lo habían intentado dos anteriores a mí y no pudieron, Juan Zacarías, el primero, lo corrieron del pueblo. Se fue a refugiar a Oriental. “¿De veras quieres abrirlas?”, me preguntó don Isidro Cambio en la Secretaría de Gobernación. Pues que sí. “Te voy a proporcionar una boleta de procedimiento sobre los predios donde dice que la propiedad por interés público se puede expropiar”, me dio la hoja y así fue como empecé a trabajar. En la junta de cabildo aprobamos de que entre nosotros mismos reuniéramos mil pesos, que era mucho, entonces ya agarramos y fuimos con los vecinos. “Permíteme ver tu escritura”, algunos sí nos enseñaban la forma, otros no. Fueron a Gobernación a preguntar si era yo cobrador o recaudador, porque estaba pidiendo las escrituras, iban a acusarme por cualquier cosa y don Isidro les decía: “¿es para beneficio de su casa o para beneficio de todos?” No, pues, para todos. “Entonces vámonos de aquí”, pues en Gobernación ya había anticipado mis intenciones. Don Isidro Cambio me dijo: “primero formula tu plan de policía y buen gobierno, después tu plan de trabajo: ¿qué es lo que vas a hacer primero?”. Primero la luz, que ya había entrado; “bueno, pues primero la luz”, luego las calles. Ya después entraría en agua. Tuve mucho apoyo del director de Gobernación, no tengo por qué negarlo, siempre me apoyó mucho.


Cárcel

No me muerdo de la lengua ni me arrepiento de nada, pero lo que hice fue para cooperación, para la luz: cárcel; lo mismo para lo de las calles, lo del agua: cárcel a quien se negara. Entonces teníamos mil pesos, cuando el más caro de los predios era de trescientos pesos: “pues te vamos a dar mil pesos, dejas que se abra la calle”. Y así fue como se abrieron. Empecé con la calle que tenía terrenos muy bonitos, eran de mi suegro. Fui y la hablé, “oiga don Miguelito, pues la cosa está así”. Don Miguel Esteban aceptó. Y ya, los vecinos vieron que la cosa iba en serio, “si así le ha ido a su suegro, cómo nos va ir a nosotros”. Y así fue, ya después fue ponerle nombre a las calles, “¿qué les parece que les pongamos el nombre de los Niños Héroes?”, solamente hay una calle que se llama Miguel Hidalgo, la otra Morelos y ya, los Niños Héroes.
Ahorita ya llevamos casi dos periodos en paz, no hay desórdenes serios. Antes robaban, nada grande, pero sí pollitos, mazorca. Era un pueblo sin ley. Ahí venían de Los Oyameles, otros de Zaragoza, agarraron a San Miguel de panchanga, porque había tres casas donde había rocolas. Venían y hacían sus desórdenes. Entonces ya hubo autoridades que le echaron ganas, se fueron adoquinando las calles, porque al principio era un lodazal y no se podía caminar bien, sólo una calle estaba empedrada.
Ya últimamente yo me jubilé en el telégrafo, gracias al director que me nombró como mensajero, como se dio cuenta que subía y bajaba, que fui a México y gestioné lo de la secundaria y el kínder, que se abrieron después de que salí de presidente, me nombran como presidente de padres de familia y fue que pude promover lo de la secundaria y luego lo del kinder. Y fue como me quedé como mensajero y estuve trabajando 27 años, no cumplí los treinta años porque me salí por mi enfermedad, porque era del corazón. (Ex presidente Auxiliar Juvencio Ramírez)

Las calles de mi esposo

A mi esposo (Juvencio Ramírez), cuando abrió las calles de San Miguel, no lo quisieron, lo querían quemar. No, le digo, fue bien valiente para todo. Luego le decía yo: ya no vayas, mira cómo te amenazan. “No –decía-, si me muero es por mi pueblo”. Otros señores de esa calle también se negaban. Fue bien peligroso abrir. “¡El primer señor que se pare aquí para machetear mi pared aquí se muere!” Y dice mi esposo: “órale, vámonos, yo voy adelante, si en verdad van a machetear, yo seré el primero”. Y ahí van. Y empezaron y órale, “yo voy a dar el primer trancazo, órale, y luego los demás”. Gracias a Dios. Los otros de por allá igual, unos señores que eran muy groseros, toda la gente les tenía miedo. ¡Uy! Y ya va y les dice: “no, voy a hablar primero con el hijo”, porque el papá no quería, “voy a hablar con el hijo y a ver qué me dice, si no está de acuerdo de todos modos vamos a abrir”. Y no, como dicen, hablando se entienden las personas. Empezaron a platicar y todo, y al rato, no que, “estoy de acuerdo”, abrieron la calle y luego otra y luego todas. (Comerciante Cirila Esteban Méndez)

Por fin agua

Nuestro sistema del agua venía de Acuaco, pero llegaba el sobrante después de alimentar toda la red. Todos se surtían y aquí arriba siempre faltaba el agua. Fui a gobernación y pregunté cómo hacerle y me dijeron que estaba mal. “El agua tiene que llegar por gravedad, por lo que hay que poner un tanque de agua arriba”. ¿Que jurisdicción tienen? No, pues, Acuaco y Acuaco pertenece a Zaragoza. “No, pues no está permitido”, que quién sabe cuánto. El ingeniero hidráulico que vino nos pidió 350 pesos en ese tiempo, pero abrieron más abajo, toparon con una roca y ya no pudieron. Ahí se quedó. No, pues, que es allá donde deben perforar. El tesorero de mi presidencia solicitó perforar hasta allá abajo, pero se acabó mi periodo y lo dejamos comprometido. Ya, los que siguieron hicieron la perforación y encontraron mucha agua ya con eso se llenaron bien los depósitos. (Ex presidente Auxiliar Juvencio Ramírez)

Estaba empedrado

Cuando yo era chica San Miguel estaba con pura piedra, las calles eran empedradas, le buscaban la forma y estaba bien parejito, nada de hoyos, como hoy, que hay baches, nada, bien bonito. Hace como nueve años todavía estaban empedradas. (Comerciante Irma Ruiz Ruiz)

Llegamos a la historia moderna de San Miguel Tenextatiloyan, con sus propios problemas. Abrir las calles, contar con agua, luz, telégrafos y tener una flamante carretera era muy importante pero no suficiente. Ahora era necesario traer negocios al pueblo porque no había nada. Es decir, San Miguel había crecido para convertirse en la principal ciudad del municipio, pero seguía siendo un pueblote donde era imposible encontrar un kilo de tortillas, un cubito de caldo de pollo o un vasito de crema para comer con plátanos al mediodía, mucho menos un pastel para el cumpleaños de los niños o para el diez de mayo a la mamá.

En los noventa no había nada

Yo tengo 18 años en San Miguel, aquí me casé. Regresé de diecisiete años en 1993, cuando vine a conocer acá, me trajeron mis padres y entonces regresé y me casé. Cuando yo me casé con mi esposo aquí no había ni pastelería ni rosticería; una panadería sí, pero muy poquito. Teníamos que ir por un pollo rostizado hasta Zaragoza, o un pastelito de un cumpleaños o así, hasta Zaragoza; me acuerdo que ahí venía yo aplastando el pastel en el taxi. Ahora ya hay pastelería, rosticería, ya hay más cosas; por lo menos antes no encontrábamos una cremita aquí, comprar un vasito de crema había que ir hasta Zaragoza o hasta Libres, ni mantequilla, ni jamón, ni nada. (Madre de familia Angelina Zacarías Allende)

La primera tortillería

Bueno, ahorita ya hay oportunidad de que quiero hacer una comidita rápido, ya voy a traer el pollo y todo, pero más antes no, teníamos que tener el pollo; si queremos comer pollo hay que matar uno, porque aquí no había en ninguna parte cómo comprar pollo. Marranitos sí, más o menos se podían comprar, pero de pollo nada. Ahora, luego que mi esposo estaba en la presidencia me mandaba decir: “prepara comida para tantas personas que vienen”. Pues ni modo, a matar un pollo y a malpasar. Ya no me tocó tanto porque ya había un molinito. Ya, ahí vamos al molino corriendo y a hacer tortillas, porque no había ni tortillería. Pero todavía había que poner el nixtamal con cal, lavarlo y hacer la masa. Y antes de hacer comida, a hacer tortillas. Con todo eso vimos que hacía falta la tortilla. Por eso dice mi esposo, como vendía yo comida: “ya no te das abasto con la tortilla, qué te parece si vamos a traer una tortillería”. Pues órale, fuimos a traer una, pero de petróleo. Era una lata porque era muy trabajosa. Y bueno, encargaban tortilla: que diez kilos, veinte kilos, pues ya nos cansábamos de estarle dando, porque todo era manual. Y un día que me dice: “vas a comprar algo en Tlatlauqui para el 10 de mayo”. Bueno, ahí voy, y ahí me quedé viendo una tortillería que ya era automática. ¡Que maravilla, salen solitas las tortillas! Que llego y que le platico, le digo: ¿por qué no compramos una máquina como la que vi en Tlatlauqui, bien bonita? Y un día que me dice “vamos a Puebla”. Órale. Fuimos a ver a Celorio, que todavía trabajaba, ahora quién sabe. Y vamos a ver allí las tortillerías ¿llevamos una?, pues sí. Ya, preguntamos, teníamos un compadre que se llamaba Leonel Castañeda, lo fuimos a ver porque también era de tortillería: ¿qué le parece que compremos una tortillería como la que tiene? “Pues vamos a ver allí a Celorio”. Ya, fuimos y ya me dice mi esposo “¿cuál te gusta?” Ay, pues ésta. “Bueno, dice mi compadre, pues yo la verdad la compraría”. Pero no trajimos dinero, nomás venimos a ver. Y dicen los señores Celorio: “llévesela, aquí está su compadre, que es conocido, ya nos dio un número de teléfono y todo, así que llévenselo, escombren y tomen las medidas de donde se va a colocar, y preparen sus tanques de gas y órale. Ahí va dentro de tres días”. Ya, luego luego nos venimos y cambiamos aquí esto, pusimos rápido unas cortinas, escombramos todo y ya, ya salió. A los tres días ahí está. Ya la trajeron, la pusieron y ya. “Ahora vas a trabajar, ven a ver cómo se hace”. Ya, me dejaron enseñado todo. No, pues es una maravilla, le digo a mi esposo: ya no me canso. Y ya, empezamos a vender. La gente feliz de tener una tortillería. Las mujeres. Una maravilla. (Comerciante Cirila Esteban Méndez)


Madre moderna

Yo tuve cuatro hijos. Aquí, lo que se necesita más, o yo siempre veo, es tener un buen hospital, unas buenas universidades para que los hijos no se vayan lejos a estudiar. Porque me costó para que mis hijos fueran a estudiar hasta Puebla. Entonces sí se carece, aunque está la de Tezuitlán, pero nos les gusta, porque… usted sabe cómo son. “Yo voy a Puebla”. Tengo un hijo en Estados Unidos, se casó, se vino acá, tiene su casa y su esposa, anda trabajando de maestro; mis otros dos hijos son maestros, uno trabaja aquí por Zautla y el otro trabaja en Chilapa, ellos van y vienen diario, traen su carro cada quien. Diario están acá. Y mi hija la chica, que vive conmigo y que tal vez estudie algo.
Mis hijos crecieron sanos, crecieron bien. Ya ahora en la época que estamos, pues sí. Antes sí, pasa el tiempo, sufrieron bastante, pero ahora les digo yo: sufres porque no quieres trabajar, pero si yo trabajo voy a tener todo, siempre les he inculcado eso, el trabajo. El esfuerzo, ajá. (Comerciante Irma Ruiz Ruiz)

En fin, la vida ha seguido en San Miguel, con algunas pérdidas en las tradiciones, pero con muchas ganancias en la calidad de vida de la población. Los padrinos ya no son lo que antes; los días de muertos ni hablar, qué esperanzas que los muchachos de hoy sean como los de antes. No señor, pero qué bonito es mi pueblo. ¡Cómo quiero a San Miguel!

Era muy bonito

Y le digo a usted: era muy bonito, pero ahora ya se perdió. Ya no se hace como se hacía, ni la feria, ni nada; se hacían plazas grandes, pero ahora ya no. Ya todo se acababa, ya casi nadie compra. Antes las tiendas llenas de gente, veladoras, textiles, todo lo que se ocupa, pero ahora ya no. (Comerciante Cirila Esteban Méndez)

Costumbres

Y sí, la gente, algo que yo he notado, antes la gente se daba la mano para saludarse, y se encontraba uno a una persona mayor, se quitaba uno el sombrero para saludar.  Pero de San Miguel me gusta todo, aquí me acabé de formar, aquí me hice consciente de lo que es la vida. Aquí conozco a todos, y aquí, una cosa muy rara, que usté lo ha de notar, aquí no se pierde nada, puede usted dejar su carro y nada, claro, lo tiene usté que cerrar. Si algo pasa, es por gente de afuera… (Comerciante de loza Salomón Contreras)

La imagen del pueblo

Nosotros lo que hasta ahorita hemos tenido información es que están haciendo estudios de qué manera pudiera mejorar la imagen del pueblo, porque de hecho sí de seis años para acá ha habido muchos cambios, pero todavía le falta mucho al pueblo, mejorarlo no, pues entonces en ese aspecto del proyecto que tiene de cambiar las calles y todo eso, pues a quién no le gustaría, qué bueno que se hiciera aquí en el pueblo para darle otra imagen. Afortunadamente ya se hicieron algunas cosas las estufas ecológicas, eso sí se ve el beneficio inmediatamente, las estufas están dando buen rendimiento, se ahorran combustibles, se evita estar inhalando humos y es favorable para a salud. Pues yo siento que tenemos esa, hasta ahorita, esa suerte de que hayan puesto los ojos aquí en San Miguel y ojalá todos esos proyectos se hicieran realidad, porque se oyen muy bonitos, los proyectos y todo, y lo bueno seria hacerlo realidad, ojalá se pudiera. Quién no estaría dispuesto a recibir ese beneficio. A mi me dijeron que se iban a hacer una serie de cosas para mejorar, pero hasta ahí estamos. (Presidente Auxiliar de San Miguel Tenextatiloyan, Bulmaro Iglecias Contreras)

Yo vivo muy tranquilo

Porque como dicen, ni tanto humo al santo ni tanto que se encabrone el santo…  Ya no quieren que lo quemen. Yo vivo muy tranquilo con el pueblo de San Miguel, y mucho más con mi patrón de San Miguel, el santo principal de nuestro templo, y yo vivo agradecido con San Miguel, en este lugar tan sagrado, porque no en todos los pueblos hay la materia del barro, no sé por qué mi destino fue nacer en San Miguel. Me incliné al material para enseñarme a trabajar y me ha gustado, y con el tiempo que estoy viviendo pienso que ya no hay otra por qué cambiar, ni el gobierno me va a dar trabajo, ni la empresa me va a dar trabajo porque no voy a rendir lo que un hombre de veinte años.
Yo vivo muy agradecido porque con estas cazuelas de barro he ido a conocer otros pueblos y ciudades. En 1960 fui a Monterrey, en 1961 fui a Nuevo Laredo, a Matamoros, y allá por 1948 fui a conocer a Minatitlán, a Coatzacoalcos, a Tabasco, Cárdenas, pero gracias a las cazuelas, gracias a los jarros de barro, rancheando, gritando como todo un comerciante calle por calle, para ganarme un centavito para venirme a vestir y mantener a mi familia, ayudar a mis hijos, tenerlos en la escuela; ya que mis hijos estudiaron, ya he descansado, ellos ya son hombres igual que yo, y a hoy en día ellos viven en la ciudad de México. (Alfarero Fortino Alcántara)

Citas

16) Evodio Aguilar Cabildo, Resumen histórico y geográfico de Pinahuizapan, Zautla, Puebla, México, 2003, pp. 62-63 del Inventario del Archivo Parroquial del Arzobispado de Puebla, Santiago Apóstol Zautla, Puebla.
17) Censos manuscritos de diversos años entre 1943 y 1961, Archivo histórico de la Junta Auxiliar de San Miguel Tenextatiloyan, legajo s/n.
18) Paquete s/n y sin referencia del Archivo Histórico de la Junta Auxiliar de
San Miguel Tenextatiloyan.
19) Paquete s/n y sin referencia del Archivo Histórico de la Junta Auxiliar de
San Miguel Tenextatiloyan.
20) Oficio núm. 91 al Director de Gobernación, del 9 de septiembre de 1960, le informa que en 1959 se construyeron oficinas públicas en ese lugar. Firma Juvencio Ramírez Salvador, presidente auxiliar.
21) Acta del 1 de diciembre de 1959 del Comité pro-electrificación, Presidente del comité: Eufrosino Ramírez; Presidente Auxiliar, Federico Bonilla. Archivo Histórico de la Junta Auxiliar de San Miguel Tenextatiloyan.
22) Oficio 129 del 11 de noviembre de 1960. Archivo Histórico de la Junta
Auxiliar de San Miguel Tenextatiloyan.
23) Oficio s/n del 11 de octubre de 1960 donde se solicita al Director general de Correos una agencia para la comunidad. Archivo Histórico de la Junta Auxiliar de San Miguel Tenextatiloyan.
24) Sobre el nuevo panteón, Oficio 54005/196 del 13 de julio de 1960, Archivo Histórico de la Junta Auxiliar de San Miguel Tenextatiloyan. 


*El maestro alfarero Fortino Alcántara entrevistado y transcrito por Sergio Mastretta.
**Todas las fotografías –excepto las ilustraciones históricas– tomadas en Tenextatiloyan en ocasión de aquellos afanes.
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lunes, 19 de marzo de 2018

San Miguel Tenextatiloyan y la Historia. PARTE 1


En 2011 tuve la experiencia de trabajar en un proyecto de Sergio Mastretta para hacer un levantamiento testimonial en la población alfarera de Tenextatiloyan en el umbral de la Sierra Norte de Puebla. Durante 10 meses hicimos decenas de entrevistas para entender el proceso de la alfarería de uso doméstico tradicional e hicimos un informe muy parecido a uno libro testimonial que terminó en el escritorio de nuestros empleadores (en una dependencia federal), que entonces estaban  muy interesados pero que súbitamente dejaron de estarlo porque les quitaron el puesto y se olvidaron de su interés, como suele suceder con las “pasiones” oficiales en este país. Me tocó investigar y redactar la parte histórica de la región, algo que me llevó hasta el preclásico tardío, como nos suele suceder a quienes no tenemos intereses tan esporádicos. Aquí la historia antigua de este entrañable rincón en donde los mexicanos, y en particular los poblanos, se han surtido de cazuelas y jarritos a lo largo de casi un siglo.

San Miguel Tenextatiloyan

San Miguel Tenextatiloyan, municipio de Zautla, Puebla, pertenece a una región de gran riqueza histórica donde confluyeron importantes corrientes culturales prehispánicas como la totonaca y otomí, que recibieron el “impacto olmeca” del periodo denominado Preclásico Tardío de 1,200 años antes de nuestra Era.1 Como vestigios de aquel florecimiento, a cinco kilómetros de Zautla se hallan las ruinas arqueológicas de Tenampulco (o Cuacal), donde se encontraron restos de pirámides y figuras de cerámica. Un modestísimo museo regenteado por el juez de paz separa con mecates la zona del público y amontona sobre maderas decenas de piezas de barro que son evidencia franca de la milenaria alfarería.

Antes de la llegada de los españoles, los dos señoríos más grandes de esta región parecen haber sido Ixtaquimaxtitlan (con Tlaxocoapan) al sur, y Tlatlahuiquitepec (con Nauhtzontlan, Yauhnáhuac, Yayauhquitlapan y Zacapoaxtlan) en el norte; es posible que las dependencias mencionadas tuvieran cierta autonomía política y un tlatoani cada una, como lo ilustra Gerhard, Peter en su imprescindible Geografía histórica de la Nueva España.2

La mayor parte del área, sino la totalidad, pagaba tributos a los mexicas, mismos que eran recolectados en Tlatlauhquitepec  e Ixtaquimixtitlan, aunque la segunda se limitaba a brindar apoyo militar. Esta ciudad de unas 5,000 familias, que tanto impactó a Hernán Cortés, estaba en la cima de un cerro y tenía una guarnición y una frontera fortificada con el territorio hostil de Texcallan (Tlaxcala).3

Aunque la lengua era el náhuatl, es posible que hubiera una minoría totonaca en el norte y otomíes dispersos por la misma zona. Cortés y sus hombres pasaron por aquí en agosto de 1519 y estuvieron una semana en Ixtaquimantitlan, cuyo señor era un aliado leal de Moctezuma. Cuenta Cortés en su Segunda Carta de Relación del 30 de octubre de 1520:

La cual ciudad es tan grande y de tanta admiración que aunque mucho de lo que de ella podría decir dejé, lo poco que diré creo que es casi increíble, porque es muy mayor que Granada y muy más fuerte y de tan buenos edificios y de mucha más gente que Granada tema al tiempo que se ganó y muy mejor abastecida de las cosas de la tierra, que es de pan, de aves, caza, pescado de ríos y de otras legumbres y cosas que ellos comen muy buenas. Hay en esta ciudad un mercado en que casi cotidianamente todos los días hay en él de treinta mil ánimas arriba, vendiendo y comprando, sin otros muchos mercadillos que hay por la ciudad en partes. En este mercado hay todas cuantas cosas, así de mantenimiento como de vestido y calzado, que ellos tratan y puede haber.4


Nos tocó comprobar la calidad del mercado de Ixtacamaxtitlán, un miércoles en la mañana nos sorprendió al salir del hotel el mercado más bonito que haya visto en la vida, con una gran estética en el acomodo de los productos. Y enorme. Daba la impresión de que los puestos fueran parte de un concurso de puestos bien acomodados y adornados con papel y colores. Quedamos tan bien impresionados como Hernán Cortés aunque en la noche habíamos visto una cantidad de bares y cantinas desproporcionada, había uno en cada esquina, contamos más de veinte en el centro.

Zautla, llamada así debido al nombre del cacique Zautic, estaba habitada por pobladores que alternaban el cultivo agrícola con la explotación de unas minas cercanas de oro y plata, que desaparecieron a la llegada de los españoles. Recogían dos cosechas anuales de maíz: la de temporal y la tolnamil o de invierno. La dieta básica, como en otras partes de México, la componían de maíz, frijol y chile. Las casas, de forma rectangular, estaban construidas en su mayoría con palma y zacate o con madera. Para el amarre utilizan el bejuco; el piso de tierra apisonada.

Desde aquellos tiempos la alfarería de la zona que hoy ocupa la Junta Auxiliar de San Miguel Tenextatiloyan, debido a sus ricos yacimientos de barro, destaca por su riqueza y calidad. Hernán Cortés, en su carta referida, hace encomiables comentarios sobre la cerámica utilitaria que ve en esta región: “Hay mucha loza de muchas maneras y muy buena y tal como la mejor de España”.5

Especialistas como Daniel Rubín de la Borbolla afirman que la alfarería precolonial fue inventada, técnica y artísticamente, por las mujeres si acaso con una pequeña participación del hombre en el acarreo del barro y en las labores del horneado. Se han identificado cuatro tipos de alfarería: la doméstica, que era la utilitaria en las labores cotidianas que incluía comales, ollas, tinajas, jarros, jarras, tecomates, cajetes, apaxtles, platos hondos, platos planos, cántaros, cucharas y malacates. La ceremonial, que eran figuras de diversos dioses, sahumadores o perfumadores, vasijas para ofrendas. La funeraria, que contemplaba urnas, vasijas para ofrendas de alimentos, sahumadores, efigies de animales, objetos suntuarios de barro, réplicas en miniatura de ciertos objetos de uso personal, figurillas humanas o representaciones de deidades; máscaras, braseros, cajas. Y la cerámica para construcciones, todo lo que eran adobes, ladrillos, mascarones y elementos decorativos para fachadas de edificios, tubería.

Tanto por la calidad como por la variedad, lo que se aprecia en la cerámica precolombina son cinco características que hacen a la alfarería un recurso indispensable e irrenunciable de su cultura: tenían un profundo conocimiento de los materiales; desarrollaron técnicas para muy diversos usos, desde aquellos indispensables para la vida cotidiana hasta los más elaborados usos ceremoniales; que ya utilizaban el “desgrasante”, un elemento que aportaba cuerpo y consistencia a las arcillas; que usaban la técnica del bruñido y, desde luego el horneado de jagüete y el de decoración, y que sus decoraciones contemplaban rasgos específicos de las distintas culturas que los distinguían de las demás. Una de las características más llamativas que vinculan la cerámica antigua con la contemporánea de San Miguel Tenextatiloyan es el uso de moldes, lo que desde entonces, como ahora, les permitió el ensamble de piezas y el aumento de su producción.6

El periodo colonial, a la llegada y conquista de los españoles, es naturalmente una hecatombe que modifica radicalmente las condiciones de vida y la cultura en general de todas las regiones.


Una historia para contar

En la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España de Bernal Díaz del Castillo hay un pasaje sobre la primera gran batalla de las fuerzas españolas en México, que ocurre muy cerca de San Miguel Tenextatiloyan y que, por lo tanto, involucra a la región en una singular historia de guerra.

Todo sucede en el primer viaje del ejército de Hernán Cortés narrado entre los capítulos XXV y XVIII del libro de Bernal Díaz, cuando en el mes de agosto de 1519 salen de Zempoala con doscientos tamemes para que cargaran la artillería y cincuenta guerreros para que lo acompañaran en la travesía por la sierra. Su recorrido no tuvo incidentes de consideración en la primera semana, fuera del hambre, la lluvia, el granizo y el frío de la sierra. A principios de septiembre, sin embargo, se encontraron de frente a dos batallones de guerreros, unos seis mil hombres que gritaban desaforadamente, pitaban trompetillas y batían tambores: en un alarde de fuerza dispararon flechas y lanzas a la vez que trataban de parecer feroces. Los españoles enviaron a tres prisioneros que habían hecho ese día a decirles que no querían problemas. Pero la chispa estaba prendida, la escaramuza se llevó a cabo y los españoles dieron la primera muestra de la mortal efectividad de sus armas de fuego, de tal forma que tres jefes náhuas quedaron tirados en el campo, además de decenas de soldados. En un momento dado los españoles entraron por una cañada, donde fueron blanco de las flechas mexicanas. Fue ahora cuando los guerreros aztecas mostraron que sus flechas y hondas también tenían una gran efectividad. Así llegaron al llano.

El saldo de la batalla fue calamitoso: los mexicanos perdieron ocho capitanes, hijos de importantes caciques, y fue la causa de que retrocedieran. Los españoles no intentaron seguirlos, pues también habían sido duramente golpeados. Se quedaron a resarcir sus heridas en un caserío muy poblado, guarecidos en unas cuevas habitadas, donde comieron gallinas que llevaban los tamemes y algunos “perrillos” que se procuraron en el propio pueblo.

Según Bernal el capitán Xicotenga “traía cinco capitanes consigo y cada capitanía traía diez mil guerreros” (…), que en total hacían unos cincuenta mil hombres, con banderas que ostentaban un ave blanca con las alas extendidas.


La batalla de Tehuatzingo

El 5 de septiembre de 1519 ocurre la batalla de Tehuacingo o Tehuacacingo, de acuerdo a los registros de Bernal Díaz del Castillo, que cabe suponer que se refiere a una ranchería del actual municipio de Libres llamada Tehuatzingo, topónimo que significa “en las piedritas”, situado en un amplio terreno donde, efectivamente, abundan las pequeñas piedras.

Fue una batalla decisiva en el sentido de que los dos ejércitos tuvieron posibilidades de ganarla, ya que contaban con un número similar de soldados y estaban, más o menos, en las mismas condiciones de combate de campo.

Muy temprano ese día, y habida cuenta de los resultados de la batalla anterior, los ballesteros y escopeteros españoles, pero especialmente los que montaban alguna temible cabalgadura, se prepararon para la batalla con la firme consigna de “tirar a matar”, así como evitar disgregarse. Recorridos unos cuantos cientos de metros, en el llano de Tehuatzingo, los españoles percibieron un número indeterminado de guerreros tlaxcaltecas que prácticamente salían de todos lados: “vimos asomar los campos llenos de guerreros con grandes penachos y sus divisas, y mucho ruido de trompetillas y bocinas”.

Tal parecía que la consigna de ellos era idéntica a la española: no dejar uno vivo, acabar con ellos de una vez por todas. Los guerreros mexicanos hicieron un cerco frente a los soldados españoles e iniciaron un nutrido granizo de piedras y, momentos después, de flechas que atravesaban el acero y ante las que no había defensa: “¡qué prisa nos daban y con qué braveza se juntaban con nosotros y con qué grandísimos gritos y alaridos!”, narra el testigo Bernal Díaz del Castillo. Los caballos, sin embargo, marcaron una diferencia en el combate cuerpo a cuerpo. Aún cuando hubo cierto desorden español, los españoles se reagruparon y a “puras estocadas” volvieron a organizar su frente de batalla. Otro detalle fue que los mexicanos atacaban amontonados, lo que facilitó el trabajo de los escopeteros españoles, que hicieron un gran daño. Por si fuera poco, había rencillas en las filas de los mexicanos entre los capitanes Xicotenga y otro capitán que era hijo del jefe Chchimecatecle, que se negó a ofrendar la ayuda que aquél le demandaba, ordenando a la capitanía de Guaxolzingo a que no pelease. Por último, la estrategia de recoger cualquier cuerpo muerto o herido del campo de batalla y ponerlo a buen resguardo tampoco dio buenos resultados, pues distraían de sus labores a los soldados y descuidaban la batalla, aunque en efecto los españoles apenas vieron algún muerto. Todas estas circunstancias mermaron la moral de los guerreros tlaxcaltecas, “que ya peleaban de mala gana”, a decir de Bernal, que por su parte estaba herido en la cabeza a causa de una pedrada y del muslo por efecto de una flecha. Los tlaxcaltecas comenzaron a aflojar y, a la muerte de “un capitán muy principal”, comenzaron a retirarse del campo de batalla. Los españoles, cansados y heridos, los dejaron ir, cantando la victoria.

El saldo fue de sesenta españoles heridos y un muerto; ninguno de sus caballos salió indemne, todos fueron heridos, pero no hubo muertos. Se retiraron a su base de operaciones y sepultaron discreta y profundamente al soldado fallecido, pues la idea era que los mexicanos no supieran que eran mortales, “sino que creyesen que éramos teules, como ellos decían”, acota Bernal.

Después de la batalla de Tehuacingo Cortés armó una estrategia diplomática con los tlaxcaltecas, que fue bien recibida por los caciques de Tlaxcala. Ya se habían probado las armas, los dos ejércitos mostraron gallardía y determinación, pero era posible percibir que el “verdadero” enemigo de los españoles no eran precisamente los habitantes de Tlaxcala, sino los enemigos de éstos, los señores del gran poder que tenían su asiento en la mítica ciudad de Tenochtitlan. Ahora los españoles “rogaban” por la paz y ese mensaje pareció música en los oídos de Xicotenga, el gran jefe de los tlaxcaltecas.
“Les dijo otras muchas cosas tocantes a nuestra santa fe, y verdaderamente fueron muy bien declaradas, porque doña Marina y Jerónimo de Aguilar, nuestras lenguas, estaban ya tan expertos en ello que se lo daban a entender muy bien.”

A partir de entonces se abren las negociaciones que terminarán en el ataque coordinado de los españoles y los tlaxcaltecas a la fortaleza de Tenochtitlan. Esta región volverá momentáneamente a los titulares de aquella guerra cuando muchos españoles huidos de alguna de las batallas contra los mexicas terminaron por aquí, con no muy buena fortuna. Pero eso ocurrió aquí cerquita, en los llanos de Libres, la otrora Tlaxocoapan, que posteriormente fue San Juan de los Llanos, hoy ciudad de Libres.7


Vida colonial

Zautla (Xonacatlan) estuvo encomendada a un conquistador portugués, Francisco de Oliveros, sucedido a su muerte en la década de 1550 por su hijo Martín, y más tarde por un nieto.8 El golpe humano y social puede advertirse en la fluctuación del número de habitantes que en tan solo unas décadas decae estrepitosamente. Si el número de “tributarios” en San Juan de los Llanos y haciendas vecinas era en 1570 de cinco mil, cincuenta años después, en 1626, se redujo a mil quinientas. El número de habitantes comienza a crecer a principios del siglo XVIII, aumentando progresivamente, para llegar al año de 1791 a 30 166 habitantes indígenas, puesto que la población “no india” se encontraba en general solamente en los llanos, en San Juan y las haciendas vecinas. En 1662 había 40 ó 50 vecinos españoles, y algo más de 300 familias no indias en 1743. El padrón  de 1791 registra 3 484 españoles, 4 649 mestizos y 165 mulatos.9

En 1600 Xonacatlan (Zautla) y San Miguel Huitzitzilapa (Tenextatiloyan) fueron elegidos como centros de congregación; Xonacatlan reaparece como pueblo con un nuevo nombre (Zautla) en el siglo XVIII, cuando se menciona a Cuyoaco y Tenextatiloyan como dos de sus cinco barrios. Queda hoy, como vestigio histórico del siglo XVI la iglesia parroquial dedicada al Señor Santiago, con su campanario de gran altura de arcos de medio punto y columnas corintias.10

Vida independiente

El advenimiento de la Independencia de México en las primeras décadas del siglo XIX, a diferencia de la conquista, no representa un cambio radical en la vida de regiones como la de San Miguel Tenextatiloyan. En 1831 con el impuesto del pulque sostienen una escuela; en 1861 Zautla todavía pertenece al antiguo distrito de San Juan de los Llanos, y en 1895 se constituye en municipio libre con una cabecera, el pueblo de Zautla, una junta auxiliar y 28 comunidades.11

La Ley Agraria de 1915 fue el acontecimiento más relevante para San Miguel Tenextatiloyan a principios del Siglo XX, pues restituye las tierras explotadas hasta entonces por tres haciendas al Ejido de San Miguel, remanente de las más antiguas instituciones que contribuye, hasta el día de hoy, a la riqueza cultural de su población. Se puede decir que esta ley le da una larga vida, pues le pone franco el acceso al banco de barro por la vía ejidal, aunque desde 1895 se había constituido como Junta Auxiliar del municipio de Zautla que nació aquel año.

La Ley Agraria del 6 de enero de 1915, emitida en Veracruz por Venustiano Carranza, pero redactada por Luis Cabrera, buscaba revertir la situación nacional en la que había 840 hacendados que poseían 97% de los terrenos cultivables; el resto se lo repartían entre las comunidades, 411 096 agricultores y más de 3 millones de jornaleros.
La propuesta legislativa de Cabrera, que a muchos pareció controvertida e incendiaria, se centraba en cinco artículos dirigidos a realizar la expropiación de terrenos a fin de restituirlos a los ejidos. Y ese fue el caso de San Miguel Tenextatiloyan.12


El ejido de San Miguel

La historia del ejido inició con la Revolución, efectivamente, aunque tardó algunos años en concretarse. El “Acta de posesión y deslinde” o, propiamente, de la Fundación del Ejido de San Miguel Tenextatiloyan, se firma el 8 de mayo de 1924 y entre sus fundadores se cuenta a Juan Zacarías, Guillermo Parra, Albino Pérez, Luciano Bonilla y Luis Vera. El Ejido de San Miguel se crea con la expropiación de tres haciendas porfirianas: Xilacahuata, en “la parte de arriba”, hacia Santa Cruz al suroeste, con 957 hectáreas; La Rosa, en la parte del frente a San Miguel, hacia Los Oyameles, al sureste, con 508 hectáreas y la hacienda de Mazapa, en la parte de abajo, al norte, con 535 hectáreas.13

La primera dotación de tierras se efectúa un mes después, el 18 de junio de 1924, cuando se entregan al ejido 2 011 hectáreas.14 Trece años después, durante el periodo cardenista, hubo necesidad de hacer un ajuste y se hace una segunda entrega, ahora de 100 hectáreas, el 16 de octubre de 1937.15

El Ejido de San Miguel Tenextatiloyan cuenta desde entonces con 2 111 hectáreas, distribuidas en cinco clases de posesión:

Parceladas                           1 615 hectáreas
De uso común                         335 hectáreas
Asentamientos humanos       62 hectáreas
Infraestructura                          66 hectáreas
Áreas especiales                        2 hectáreas

Respecto a la materia que nos ocupa, la alfarería, además de Las Minas, el ejido cuenta con otros dos cerros con abundante barro, y entre los tres hacen una superficie arcillosa total de 335 hectáreas, las de “uso común”.

En 1924 la jurisdicción parroquial de Zautla comprendía el pueblo de San Miguel Tenextatiloyan, las haciendas de Mazapa, Amajac y Tlaxcantla y 13 barrios.16 Nuestras referencias testimoniales comienzan aproximadamente en esta época, que hoy algunos ancianos de la comunidad pueden recordar. Ante la ausencia de documentos y de historiadores la tradición oral, con todo y sus arrebatos e imprecisiones, resulta ser la mejor herramienta para acercarse a los orígenes urbanos de esta antigua aldea donde se cocía cal desde tiempos inmemoriales. Un sitio con abundante barro de buena calidad del que no hay razón para dudar que se trata de un antiquísimo centro productor de alfarería, como lo prueba el hallazgo de cinco osamentas humanas muy antiguas rodeadas de vasijas precisamente en Las Minas, que es el cerro ejidal que surte de barro a San Miguel y los pueblos vecinos.


Tenex: cal

En ese tiempo, aquí en San Miguel Textatiloyan quemaban piedra de cal. “Tenex”, quiere decir cal; “Tate”, quemar. Entonces San Miguel no se dedicaba a la loza, uno que otro pero casi no. Había muchos quemadores de cal, hornos. Había uno por allá hacia Zautla, aquí a la vuelta de la carretera había otro, arriba hay otros dos hornos; en Huitzitzilapa otros hornos. Por eso eran como cinco hornos, de aquí salían a vender esa cal. La quemaban con leña, se quema la piedra y de así sacan la cal, que sale en terrón; ya después la muelen y hacen la cal. Se va abriendo y ya, si le echan agua, con más razón. Después ya dejaron la cal, cuando pusieron una fábrica de cal en Teziutlán dejaron de hacerla aquí. (Ex presidente Auxiliar Juvencio Ramírez)

Como sea, la memoria de nuestros ancianos no da para precisiones científicas ni mucho menos, la mayoría de los recuerdos de principios del siglo XX son difusos, enredados y hasta contradictorios. Lo que está claro es que San Miguel Tenextatiloyan era una aldea, un caserío relativamente anárquico y así permaneció hasta fecha relativamente reciente, los años sesenta. Las casas de tejamanil y lodo, el idioma náhuatl. Ahí fueron llegando forasteros de pueblos vecinos, acomodándose en las numerosas cañadas que separaban a las chozas, arriba de un barranco, al lado de una loma. Así van desgranándose también estos recuerdos de lo que oyeron aquellos niños que ahora son ancianos sobre sus abuelos, sus bisabuelos, sobre su querido pueblo.

San Miguel, centenario

Yo vivo tranquilo en este pueblo, tiene más de 150 años que se formó, según la leyenda de nuestros antepasados, por eso aquí tenemos una calle en San Miguel que se llama la calle del Centenario, le han hecho fiesta a esa calle porque tiene más de cien años. A lo mejor no lo crean, pero cuando yo nací en San Miguel habrían cuarenta, cincuenta casas, que eran casas de techo de tejamanil, madera de ocote, con muros de tierra, que le decíamos tapias de tierra. A hoy en día las casas de San Miguel todas son de material, que a hoy le decimos tabicón o bloc, ya no llevan horcones de madera, ya llevan pilares de concreto con varilla. Por lo mismo yo vivo contento, agradecido, porque San Miguel es un pueblo fuerte, que tiene sus minerales, un pueblo que está rodeado por cerros, con piedra, un pueblo fuerte, seguro y macizo, porque a quince kilómetros hacia el norte, la tierra es débil, cuando se viene un contratiempo de lluvia, ciclones, se parten por mitad los cerros, y se lavan, y se han ido pueblos enteros, y da tristeza escuchar eso, porque allá por 1988 por a´i, a lo mejor hayan escuchado que en Teziutlán su panteón estaba en un cerro, y cómo es que los muertes quedaron abajo, y los vivos también se desaparecieron, se desgajó el cerro y se llevó vivos y muertos. (Alfarero Fortino Alcántara)*

Patriarcas

San Miguel era una colonia hasta que en 1877 le dieron su categoría de Junta Auxiliar.

Su sistema de gobierno era con patriarcas, con un señor que se apellidaba Pérez, que andaba organizando y colectando para la escuela. (Ex presidente Auxiliar Juvencio Ramírez)


San Miguel Tenextatiloyan en 1900

Mi padre vino de antes, para haber conquistado aquí, para haber llegado al pueblo; una bisabuela para ganarse la simpatía de los de San Miguel, se metió según de curandera, con yerbas y todo eso. Y así le hizo, curaba que de empacho, que de esto y aquello. Entonces todos eran de calzón y huaraches y así fue como se introdujeron al pueblo. Los Ramírez somos de aquí del Cerrillo, que ahora es Plan de Guadalupe, mi abuelo vino de allá y aquí conoció a la abuela y empezaron a vivir ahí, pusieron una carnicería, un changarrito y aquí se enamoró de una de los Villegas, una familia que vino de Jalacingo. Y aquí se conocieron y se casaron. Y se quedaron, mi papá nació aquí y mi madrecita fue nativa de aquí de San Miguel. Ella me contaba que en 1910, cuando la Revolución, mucha gente se tuvo que ir por Rosa de Castilla y fundaron allá una población, huyeron por lo mismo de la Revolución y allá se quedaron a vivir. (Ex presidente Auxiliar Juvencio Ramírez)

Una cosa está clara en los recuerdos de estos habitantes: que en definitiva han mejorado sus condiciones de vida con respecto a sus ancestros. Los recuerdos del hambre infinita solo son recuerdos, vívidos y angustiantes como toda emergencia, pero recuerdos al fin. El hambre sacudió las entrañas de aquellos habitantes postrevolucionarios, dejó los remanentes de un sabor inolvidable que todavía se puede paladear en la memoria. Solo su profunda raigambre campesina y su pundonor vital los pudo salvar de sucumbir a las sequías y crisis económicas que asolaron a San Miguel en aquellos años aciagos.

“Miáhuatl”, eso sí no me gustó

Hacían tortillas los de Zautla, todavía de sus ranchos, compraba mucha cebada y de aquí íbamos para allá; lo sabían preparar, le quitaban la cascarita y hacían tortillas. Yo comí tortillas pero de manzana, maíz revuelto con la manzanita, lo allanaban con el metate. Eso sí me gustó, lo que no me gustó fue el “miáhuatl”, que sale de la milpa, eso sí no me gustó; me gustó la manzana porque es dulce, sabía bien. ¡Ah, sí! Con eso ya. Había hambre, hubo un tiempo primero en Huitzitzilapa, luego aquí. Yo sé sacar la raíz del zacatón y sé limpiar, porque a mí me tocó llevar allá a vender un manojito. Íbamos y rascábamos la mata del zacatón con un palo grande, y sale ya la raíz, luego aquí en el patio la azotábamos con una varita delgadita, luego lo limpiábamos y me iba saliendo limpio. Se hacían manojitos para ir a vender. Se lo llevaban en tren, quién sabe a dónde lo mandaban, pero lo subían a un carro del tren. Un rico en Chilapa era el que tenía maicito y nos lo cambiaban por la raíz del zacatón. (Brígido Allende de 97 años)

Hambre de antes

Hubo una época de hambre, de escasez de alimentos. Me contaban mis papás que tenían que salir muy lejos a vender su loza; imagínese, caminando a pie hasta Toziapan, por Cuetzalan para abajo, cargando loza, caminando. Hasta por allá, más aparte sus papás de ellos sufrieron más, porque acá habían casas muy aisladas, por aquí y por allá. Gente, por ejemplo, ya más grande, los abuelitos se puede decir, los más abuelitos son los que cuentan por dónde se iban caminando para ir a traer, en aquel tiempo, cincuenta centavos de ganancia. Imagínese cómo sufría la gente, bastante. Ahorita no, porque ya a través de todos los medios ya tenemos de todo. (Comerciante Irma Ruiz Ruiz)

La gran necesidad

Mi mamá iba a vender también fuera, allá por Tehuacán, y por este lado, acá por Cuetzalan. Me dejaba encerrado; me quedaba yo gritando, ella se iba con su tercio cargando, con su mecapal en la cabeza, y a´i va, hasta Cuetzalan. A las cuatro, cinco de la mañana ya estaba caminando, pa`volver a regresar a esas horas, media noche viene llegando. Seis horas de camino, para ir a buscar qué comer. (Alfarero Fortino Alcántara)

Muy pobre

Antes el pueblo sí era muy pobre, no había trabajo, toda la gente de San Miguel por lo regular se iban en cuadrilla a los cortes de caña y todo eso. La loza vino a salvar un poco el hambre, porque yo sí recuerdo que me tocó comer la tortilla de mazorca, unas papitas, así nomás; me tocó comer las tortillas de cebada con nixtamal, un poquito de maíz con dos puños de cebada y a comerlo, pues. Se molía la masa con la papa y así se hacían las tortillitas. Se sembraba maíz, cebada y haba; se daba el alberjón, trigo y la lenteja. Ahora ya no hay lenteja, ahora es pura loza y maíz. (Ex presidente Auxiliar Juvencio Ramírez)

Sembraba haba y cebada

Bendito Dios, aquí yo serví de regidor, luego serví de comisariado, trabajé de agente, trabajé en las oficinas. Sí. Para la luz anduve ahí, cargando los postes. Yo fui comisariado ejidal, ya no me acuerdo cuándo, ya tiene rato que pasé ese cargo. Tengo 97 años y gracias a Dios vivo todavía. Yo me dediqué al campo, tenía yo mi yunta, dormía yo en la noche y aclarando en la mañana… sembraba haba, cebada. (Vecino Brígido Allende)

Pueblo celoso

Yo soy de 1929, entonces ya me acuerdo más o menos. Ya de ahí me fui a la escuela en Tezuitlán, en el internado indígena, donde estuve en el internado desde que salí de sexto año. El pueblo era un pueblo celoso y no quería que vinieran de fuera a radicar aquí, a vivir aquí. ¿Cómo se ganaron la voluntad de los paisanos?, pues vendiéndoles espejitos, los cordones, los listones. Nemesio Ramírez, Felipe Pérez, otro que se apellidaba Miranda, llegaron a vivir a San Miguel, así fue como fueron entrando. Otro señor puso una carnicería, traía reses y las mataba. (Ex presidente Auxiliar Juvencio Ramírez)

Los años treinta trajeron aires gratificantes a los pobladores de San Miguel Tenextatiloyan, suerte geográfica, fortuna política, progreso nacional, nadie puede afirmarlo con certeza. Un día llegó un hombre con visión y comenzó por darles apellido a sus habitantes, pues ni eso tenían. Con el modelo patronímico, se usó la arraigada institución del compadrazgo para otorgar un apellido tomado del nombre de los padrinos a aquellos niños que ostentaban sólo un nombre de pila.

Los padrinos

Como por 1932 llegó un maestro de Chapulco, es el que vino a poner los apellidos aquí, pues aquí los habitantes no tenían apellido, llevaban el apellido de los padrinos, yo era Miguel, Juvencio Miguel, por don Miguel Esteban, que era mi padrino. Los padrinos eran los que lo bautizaban a uno, y entonces le ponían al ahijado su nombre, pasaba a tener el apellido del padrino, así era antes. Por eso había José Miguel, José Juan, sin apellido; entonces ya, ese maestro fue el que vino a poner los apellidos. Antes era bonito porque al padrino se le respetaba, se le daba de comer, se le daban sus pollitos, era muy bonito. Lo mismo el compadre, el padrino tenía que llevar su regalito, un paliacate, un sombrero o una camisa, y el niño ni hablar, vestido de la cabeza hasta los pies, y el padrino era el que pagaba. Y el casero le daba sus animalitos, bailaban y le hacían su fiesta. Y entonces ese maestro fue el que vino a poner los apellidos. (Ex presidente Auxiliar Juvencio Ramírez)

Pasaron varios años todavía para que Tenextatiloyan asumiera un papel estelar municipal que, sin embargo, ya prometía. Por el momento cada acto de la vida cotidiana, como lavar la ropa, procurarse el agua vital para la casa o visitar amistades eran eventos de suma dificultad. Los alfareros de estos años hacían comales, de acuerdo a ciertos recuerdos, todavía no era el momento de las tradicionales ollas que ahora vemos.

Lavar en Acuaco

Cuando no había maíz, no me tocó, le tocó a mi esposo. Yo viví aquí toda mi vida, antes era pura vereda, muy mal, esta calle no estaba, la única calle que había era esta otra, nada más. Si uno visitaba a alguien era pura vereda, ya ahorita, cuando pasó de presidente mi esposo, ya se abrieron las calles. Yo de que me acuerdo había pocas casas, ya le digo a usted, pura vereda, no había agua, la íbamos a traer hasta allá atrás del cerro, a lavar hasta atrás del cerro. Y cuando se acababa el agua pasábamos al otro pocito. Y venir cargando con el chiquihuite y la batea. Ahí venimos pujando. Una vida dura. Y ya después, según ya era más cómodo. Ya íbamos aquí a Acuaco a lavar, pero era muy cansado porque entonces trabajaban los servicios, que eran “cocoleros”, que les decíamos, teníamos que subir rápido con la bolsa de ropa para ir a Acuaco, a veces se nos olvidaba la bolsa y había que ir de nuevo, je je. En Acuaco no se acababa el agua, porque era más grande el pozo que el de acá, a donde nos íbamos de aquí cargando y luego se acababa el agua, pues ahí veníamos. En Acuaco, como a veinte minutos de bajada; no, lo duro era de regreso. El cerro estaba más cerca, pero subir cargado era muy pesado. Los que tenían burro bien, pero los que no, pues no. Tendrá como cuarenta años, salió mi esposo (de la presidencia auxiliar en 1963) y como al año tuvimos agua, porque él apoyó para que hubiera agua, porque ahí nomás se estaban haciendo patos, con perdón de usted. (Comerciante Cirila Esteban Méndez)

Las calles eran barrancas

Aquí, el casco del pueblo todo es propiedad privada, ya para arriba es ejido. El ejido es el que da el barro para las cazuelas. Mi abuelita trabajaba el comal, ya después cuando encontraron el barro en San Miguel se pusieron a traer el material, ya con camionetas.
Antes las calles fueron barrancas y veredas, yo estuve ahí, con un presidente, Nemesio Ramírez empezó a echarle tierra a las calles, que eran de pura piedra. Ya después fue Enrique Iglesias, ya cuando adoquinaron. Yo corté esa calle de aquí hasta el cerro, desbrozarla, yo las corté. (Brígido Allende de 97 años)

Era otra vida

Todo estaba muy mal, sin agua, sin luz, sin calles, sin nada. Un lugar cerrado, de plano. No había ni, cómo le diré, no estudiaba la gente, quien quería estudiar estudiaba solo y el que no ahí se quedaba. A como yo, porque yo aunque tantitito empecé a conocer un número o letra, gracias a mi esposo. Ya él fue el que me dio la instrucción, y es como yo empecé a leer. Donde le digo a usted que yo ni hablaba castellano. Sí, medio entendía, pero ya para platicar no. Cuando me casé nomás hablaba náhuatl, pero mi esposo me enseñó a hablar, a escribir. Yo quería estudiar, pero mi papá no me dejó. Oía que en Teziutlán estaban llamando chamacos para estudiar. Le dije yo a mi papá: papacito, me voy a Teziutlán, voy a estudiar. “No no, mi hija, siéntate a trabajar en el metate a hacer tortillas”. No, pero yo quiero ser maestra papá. “No, enséñate a hacer tortillas”.  Ya, qué me quedaba. Ya no. Pero gracias a Dios, aunque sea cerrada y todo, ya que empecé a estar de novia, le dije a mi esposo: me vas a pedir pero bien pedida, si no no. Salí bien casada, gracias a Dios, y ya él me empezó a enseñar: “no, mira, esto y lo otro”. Tuvimos cinco hijos. Otra cosa, ya con otra vida. Uno anda en Querétaro, es teniente, el otro está en Mazatlán y otro está aquí. Y mi hija está en Zaragoza. Gracias a Dios ahí fuimos saliendo, nos fue sacando mi esposo, porque yo… Y luego, cómo le diré, el negocio, porque ahí se entrena uno, ¡abre uno los ojos!, ahí se enseña uno más, conoce gente y todo. (Comerciante Cirila Esteban Méndez)


Notas

1) Enciclopedia de los Municipios de México: Zautla, Puebla. Y Édgar Ramírez, curador de la muestra: Veracruz: antiguas culturas del Golfo,  nota de La Jornada de Oriente, 4 de enero de 2012.
2) Gerhard, Peter, Geografía histórica de la Nueva España 1519-1821, UNAM, 1986, pp. 234-262
3) Ibid
4) Cortés, Hernán, Segunda Carta de Relación, 30 de octubre de 1520, p. 11
5) Cortés, Ibid.
6) Universidad Veracruzana, La cerámica del centro del país, en
      http://www.uv.mx/popularte/esp/scriptphp.php?sid=658
7) Bernal Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, capítulos XXV y XVIII, dominio público
8) Icaza, I, Congreso de Historia del Descubrimiento (1492-1556) p. 47; L de T, p. 609
9) Gerhard, Peter, Geografía Histórica de la Nueva España 1519-1821, UNAM, 1986, pp. 234-262
10) Evodio Aguilar Cabildo, Resumen histórico y geográfico de Pinahuizapan, Zautla, Puebla, México, 2003, pp. 62-63 del Inventario del Archivo Parroquial del Arzobispado de Puebla, Santiago Apóstol Zautla, Puebla.
11) Gerhard, Peter, Geografía Histórica de la Nueva España 1519-1821, UNAM, 1986, pp. 234-262
12) La Ley Agraria del 6 de enero de 1915, Héctor L. Zarauz López, en
http://www.terra.com.mx/articulo.aspx?articuloid=900555
13) Acta de posesión y deslinde o de Fundación del Ejido de San Miguel
Tenextatiloyan, del 8 de mayo de 1924. Archivo del Ejido de San Miguel.
14) Acta de primera dotación de tierras, 2011 hectáreas, el 18 de junio de 1924. Archivo del Ejido de San Miguel.
15) Acta de posesión y deslinde, segunda entrega de 100 hectáreas, el 16 de Octubre de 1937. Archivo del Ejido de San Miguel.
16) Evodio Aguilar Cabildo, Resumen histórico y geográfico de Pinahuizapan, Zautla, Puebla, México, 2003, pp. 62-63 del Inventario del Archivo Parroquial del Arzobispado de Puebla, Santiago Apóstol Zautla, Puebla.

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